Hijo,
Hubo una vez que dos almas se cruzaron
En un relámpago.
Dos voces se unieron en un remanso de agosto.
Cuando la luna parecía hostil
Emergieron las gaviotas
Trinaron los volcanes.
Soltaron de nubes la lluvia.
Uno era un mar, sur y poesía,
El otro verde y frondoso amor.
Uno soñaba en bermellón,
El otro vigilaba los ensueños.
Vienes tú desde estos caminos,
Viento y tormenta,
Agridulce y destierro.
Te unes a la sonrisa y al llanto,
A la llama y a la tristeza.
Llegas hendido de noches;
Fuerte en tus ojos oceánicos.
Pero, me asalta una duda maligna,
Hijo, de qué verdad hablaremos mañana?
Qué caminos morderán tus pies enmarañados?
Podrán decir que eres una coraza
O que eres tan frágil como una canción.
Podrás cantar de mañana
Esconderte de tarde
Amar en lo nocturno.
Hijo,
Te anclas a mi corazón como la música.
Es verdad que no hay cariño
En mi pecho hinchado de males,
Pero tú tienes el don de la nobleza.
Sabrás sonreír en tiempos grises.
Podrás ver fantasías en los ojos.
Sabrás que te quiero como
Sabrás que te esperé tras mi derrota.
Sabrás que espero lo que espero
Bajo el sol de las mañanas.
Hijo,
Mis caminos son los del pueblo,
Mis arados son las canciones,
Mi guitarra es mi puñal.
Mi recuerdo mi opresión.
Hijo,
Vienes desde dos cauces de lava,
Sabías que tu madre es música
Para los oídos de tu padre.
Es cantiga de ardor y
Paraíso de sirenas.
Ya ves, duerme al lado
Buscando en sus ojos los tuyos,
Contemplando aquello que no he de ver.
Sintiendo tu resuelle de vida pequeña.
Ella te ama como al sol.
Hijo,
Vienes desde dos temblores,
Desde dos precipicios.
Ten firme la espera
Que la noche opaca el canto.
Que la vida se va dando vida,
Que dando vida se vive más…